Texto del anarquista Francisco Solar sobre la prórroga de la prisión preventiva
El martes 27 del pasado octubre asistimos al plenario donde se discutió sobre la petición de prórroga de nuestra prisión preventiva realizada por la fiscalía. Dicha sesión se llevó a cabo en las nuevas instalaciones de la Audiencia Nacional caracterizadas por su tecnología punta, su pulcritud y cierto aire de solemnidad. Al parecer ese era el primer día de su funcionamiento, es decir, estábamos inaugurando esas dependencias judiciales que fueron acompañadas de una serie de problemas técnicos que ridiculizaron tanta pretensión tecnológica.
Sentados frente a los jueces, a la fotografía del rey y a la bandera española, escuchamos la exposición de la fiscal cuando nos llevamos una gran sorpresa; a los hechos por los cuales estamos imputados desde hace dos años se añadía uno más: asesinato en grado de tentativa bajo la modalidad de terrorismo*. Esto por la persona que sufrió heridas leves en uno de sus oídos a causa de la explosión en el interior de la Basílica del Pilar. Evidentemente responde a una estrategia de la fiscalía para asegurar nuestra estadía en prisión otros dos años más junto con aumentar el peso jurídico y mediático a la acusación.
Otra de las “sorpresas” fue enterarnos que los jueces que componen la sala, pasando por encima de su venerada legalidad, han realizado labores de instrucción de la causa al requerir diligencias a un juzgado de Zaragoza, actividad que no les compete. Por lo tanto, la decisión de prorrogarnos la prisión preventiva ya estaba tomada con anterioridad. Ahora lo que viene es la petición fiscal**, que se refiere a los años que pretenden encerrarnos, y luego juicio.
El sustento inquisitorial del Estado Español es manifiesto como lo pudimos apreciar en la sesión. La herencia de Torquemada impresa a sangre y fuego sigue vigente en la acción punitiva de la sociedad democrática embobada por el espejismo ciudadano que suplica por el fortalecimiento del Estado y sus Derechos. La renuncia de ideas y prácticas junto con el claro interés que otorga el Estado Español al arrepentimiento y a la petición de clemencia son expresiones de esta tradición que busca aniquilar la voluntad de lucha de sus enemigos; representa en definitiva una perversa y sutil manera de eliminar todo intento de disidencia y enfrentamiento.
El encierro en módulos de aislamiento es, según pienso, otra expresión inquisitorial ya que corresponde a una estrategia del poder referida al intento de quebrar personalidades, aniquilar convicciones e identidades. Se aísla a los individuos en cárceles dentro de cárceles con la pretensión de que rompan con sus espacios afines y nieguen finalmente las ideas que lxs han llevado a prisión. La desconexión crea capas de silencio mezcladas con la multiplicidad de interpretaciones que se van acumulando una tras otra provocando ensimismamientos y confusiones en el/la individuo aislado que intenta hacerse un panorama respecto de una u otra situación en la soledad de las cuatro paredes que, por cierto, son muy malas consejeras.
Las últimas detenciones confirman fehacientemente que el Estado pretende aniquilar el anarquismo de manera rápida y eficaz. Tal afirmación creo que no es exagerada; somos más de 40 personas imputadas bajo cargos de terrorismo en cuatro operaciones policiales diferentes, represión que evidentemente no guarda relación con el nivel de conflictividad existente. Eso es innegable y basta observar los autos de prisión para corroborarlo. Por lo tanto, lo que estamos viviendo es un claro intento por parte del Poder de barrer y terminar con la disidencia que no se encuadra -y es contraria- a los moldes ciudadanos. O se aceptan las reglas del juego democrático y se lleva una práctica política dentro de los marcos institucionales o se va a parar a la cárcel. Así de claro. Conversión o aniquilación. Torquemada aún pasea por los pasillos donde se fragua la infamia.
La alcaldesa del ayuntamiento de Madrid, Manuela Carmena, hace unos meses dijo una frase reveladora en ese sentido: “Lo bueno es que jóvenes que antes llevaban su práctica política fuera y al margen de la institucionalidad hoy apuesten por ésta”. Pienso que las detenciones masivas de anarquistas se encuentran estrechamente relacionadas con el auge de la institucionalidad ciudadana, son dos caras de la misma moneda, son el policía bueno y el policía malo, es la brutalidad y la sutileza democrática del Poder que se complementan para acabar con quienes intentan tomar el control de sus vidas. Ante este complejo y adverso panorama pienso que es necesario ser conscientes de este intento aniquilador y de las diferentes formas en que se manifiesta para hacerle frente de manera radical sin caer en espejismos ciudadanos y democráticos, aún cuando la prisión sea ya una realidad para muchxs. Este posicionamiento nada tiene que ver con posturas mártires o heroicas, solo se trata de entender la cárcel como parte de la lucha donde nada termina y todo continúa. Creo indispensable mantener y afilar discursos y prácticas antagónicas como también romper la pasividad y la inacción para apostar por un enfrentamiento real contra el Poder. Las puertas que se abren junto con sus derechos sociales solo buscan generar y aumentar la servidumbre voluntaria, es decir, que seamos nuestros propios policías incapaces de oponer resistencia alguna. En esta realidad donde el Estado es omnipresente, prácticamente atmosférico, es imposible huir y llevar una vida alejada de sus tentáculos, siendo, por tanto, inevitable el enfrentamiento. Así, el cuestionamiento individual ligado a la negación y confrontación con lo existente resulta imprescindible en la lucha por la liberación total. Es la autonomía individual movida por nuestras propias capacidades y pasiones el sustento de nuestra autoconstrucción en la búsqueda y en la práctica de la libertad intransigente.
Francisco Solar.
Otoño 2015
* Nota añadida: Finalmente el cargo de “asesinato en grado de tentativa bajo la modalidad de terrorismo” solo se usó como excusa para conseguir la prórroga de la prisión preventiva y no se les imputó formalmente.
** Nota añadida: La petición fiscal, que pide 44 años de prisión para cada uno de ellxs, salió el pasado mes de diciembre.